Dice académico de la Universidad de Harvard, en EE.UU.
"Protestar es sano
para una sociedad": Académico de Harvard
James
Robinson asegura que el gobierno Santos tiene muy buenas intenciones políticas
para mejorar las condiciones sociales y económicas del país.
Por: Camila Zuluaga
El viernes de la
semana pasada uno de los ciudadanos atrapados en el cierre del aeropuerto de
Quibdó era el profesor de la Universidad de Harvard James Robinson, quien desde
hace 15 años ha dictado clases en la Universidad de los Andes durante el
verano. Autor de varios títulos, su libro más reciente es Por qué fracasan las
naciones. Es experto en política y economía colombiana. Aprovechando la
coyuntura hablamos con él y le preguntamos por los paros, el proceso de paz, la
situación económica del país y la coyuntura política.
Su libro ‘Por qué fracasan los
países’ empieza hablando de la Primavera Árabe y las razones que tenía la
población para protestar. Por estos días estamos viviendo en Colombia un
sinnúmero de manifestaciones desde diferentes sectores. ¿Tienen razón los
manifestantes en salir a las calles?
Cuando viajo por
Colombia veo enormes problemas y legítimas causas para que la gente se queje.
Por ejemplo, en el Chocó no hay carretera decente. Son 189 kilómetros de Quibdó
a Medellín, nos dijeron que tardaríamos 12 horas. ¡189 kilómetros y se tarda
usted 12 horas! Ellos se sienten abandonados y tienen un argumento legítimo
para decir que lo han estado por el gobierno.
¿Por qué está pasando esto ahora en
Colombia?
La gente piensa que
puede haber una nueva forma de hacer política, creen que las negociaciones con
las Farc al parecer van muy bien, la gente está muy optimista de que se va a
firmar un acuerdo de paz. Iván Márquez así lo dijo, y la gente siente que es el
momento de movilizarse y de que la sociedad civil influencie el proceso, porque
de pronto tienen la oportunidad de hacer parte de esta nueva política.
¿Estas protestan llevarán a algún
lado a los manifestantes?
Esa gente necesita
no sólo quejarse de lo que tienen enfrente, sino que necesitan una voz común,
una forma de articular cuáles son los problemas de este país y cuáles son las
soluciones. No veo eso sucediendo, pero eso es lo que debería pasar.
¿Cómo ve usted el hecho de que este
gobierno ha cedido a las peticiones económicas de los manifestantes cada vez
que hay un paro?
No suena como una
dinámica muy sana. Pero estoy a favor de la protesta, creo que hay muchas
razones legítimas para protestar en este país. La protesta es sana. Si uno ve
la historia mundial se da cuenta de que muchas protestas han traído un cambio
institucional en buenas direcciones. No veo nada de malo con los paros, así
haya quedado atrapado en el aeropuerto de Quibdó por unas horas, eso es sano en
la sociedad. Claro que dar dinero no es la solución a esos problemas,
identificar correctamente cuáles son los problemas es la forma en que se
debería estar pensando.
La política minera es una de las
causas de uno de los paros en el país. ¿Cree que es correcta la forma en que el
Gobierno está tratando a este sector?
Veo la lógica de
usar capital internacional y experiencia internacional en tecnología para
maximizar la cantidad de bienestar generado por la minería, pero la realidad de
Colombia es que hay una enorme inestabilidad y ausencia de autoridad en las
regiones. Lo que necesita este país es estabilidad, un contrato social que
funcione. Tener a mineras como Anglo Gold Ashanti maximizando la riqueza a
través de la explotación del oro extraído en el Chocó no va a ayudar a lograr
eso. Entiendo el argumento económico, pero pienso que el argumento político y
social es mucho más importante para este país en términos de tratar de
encontrar un “contrato social” que funcione. Estoy seguro de que Anglo Gold
Ashanti y su minería tienen mucho que ofrecer, pero esto no es lo que Colombia
necesita.
En esa misma línea de políticas
adoptadas por el Estado, ¿cómo ha visto el episodio del manejo de baldíos en el
departamento del Vichada?
Exponer un
argumento económico para trazar una política que respalda que es mucho mejor
darle un baldío a Riopaila y al señor Sarmiento en vez de dárselo a los
campesinos es una locura para el país. Lo sucedido en el Vichada con los
baldíos le hace un daño enorme a Colombia, porque muestra nuevamente que, como
siempre, los intereses de la gente del común son anulados por gente que está
políticamente conectada.
¿Cómo ve usted el gobierno Santos?
Está tratando de
hacer cosas que el país necesita. La Ley de Víctimas es una gran idea; no sé si
algo de ella se ha implementado, están tratando de hacer un gran trabajo en
darle a la gente títulos de propiedad, pero toda esta idea de restitución de
tierras es todavía una ilusión. Hay políticas que el Gobierno tiene que son
buenas, pero hay un problema de implementación, hay mucha gente bien
intencionada trabajando en el Gobierno tratando de hacer las cosas mejor, pero
veo todo el tiempo evidencia de que el Estado no entiende qué puede y qué no
puede hacer.
¿Qué piensa del expresidente Uribe?
Él es una persona
complicada. Leí su autobiografía y me dio la impresión de que por lo menos él
entendió qué se podía y qué no se podía hacer. Sabía que no se podía ganar la
guerra de inmediato pero había que hacer algo simbólico que hiciera pensar a la
gente que venía una nueva Colombia. Por eso, una hora después de posesionado
viajó a Valledupar a hacer la toma de la carretera. Fue muy hábil en cómo
decidió enviar ese mensaje, y funcionó. Además, estuvo muy obsesionado con la estrategia
militar, lo cual en su momento era la correcta priorización y fue enormemente
exitoso en su estrategia. Hay que aceptar que las negociaciones en Cuba no
hubieran sido posibles de no ser por la estrategia militar de Uribe.
Ya que habla de mesa de negociación,
¿de ser exitoso el proceso de paz cómo ve usted el futuro del país?
La preocupación que
tengo es que si llega a darse la desmovilización de la guerrilla, la gente esté
tan satisfecha que crea que el trabajo llega hasta ahí. Y eso sería un desastre.
El trabajo de verdad empieza después de firmado el acuerdo. Hay agendas para la
transformación, pero no sé si haya el suficiente apoyo político para ello.
¿Si se firma el acuerdo con las Farc
se soluciona el mayor problema quetiene el país?
Las Farc no son el
problema de Colombia, son uno de los síntomas. En la historia de este país ha
habido muchos que se han desmovilizado y son reclutados nuevamente por otros
grupos. Que las Farc se desmovilicen no va a cambiar a la sociedad, tampoco
cambiará la inseguridad en la propiedad de la tierra, ni la ausencia de
carreteras o de servicio médico.
Habló de los impuestos, pero si usted
le pregunta a la gente en la calle lo primero que le dicen es: ¿Por qué voy a
pagar impuestos, si terminan en manos de los políticos que se los roban?
Nadie quiere pagar
impuestos por nada. Este es el país con mayor desigualdad en América Latina, es
un país con gente muy acomodada que no está preparada para pagar ningún dinero
para proveer bienes públicos y eso es porque no se ven a ellos mismos como
parte de la misma nación. Este es un país de “islas” y no es por su geografía,
sino porque el Estado no ha funcionado. ¡Aquí no hay servicio postal! Este país
tiene vías como un país de África, hasta Ecuador tiene mejor infraestructura
que Colombia. Este no es un problema de ingeniería, sino de política, es de
cómo interactúan los políticos, de las regiones con el Gobierno Nacional.
Hay un debate que siempre se ha dado
en Colombia: ¿Se debe centralizar el poder en Bogotá o se les debe permitir a
las regiones manejar sus presupuestos?
Hay una especie de
disonancia entre la realidad y lo que se quiere hacer. Si usted mira la
Constitución, este es un país centralizado, pero la realidad es que el poder
está muy descentralizado. Cuando usted está en una campaña presidencial tiene
que ir a los diferentes departamentos y negociar con el poder político local.
Aquí hay élites muy poderosas a nivel político y económico en las regiones, esa
es la razón por la cual hay cosas que el Gobierno no puede hacer así quiera,
porque tiene que negociar con ese poder local. Sin embargo, así se concentre el
presupuesto a nivel central, al final tendrá que negociar con el poder local a
la hora de hacer infraestructura, es un circulo vicioso.
En esta entrevista usted expone una
realidad poco alentadora en el país. ¿Por qué entonces en publicaciones
internacionales vemos constantemente qué Colombia es un milagro económico y
político?
Sé que hay una
versión de que Colombia es una gran historia de éxito que está a punto de
entrar a la OCDE, pero hasta donde yo puedo ver, ese discurso no tiene ningún
sentido.
¿A qué se debe esa disonancia entre
lo que se dice de nosotros en el exterior y lo que realmente pasa?
Hace 30 años
Colombia tenía una pésima imagen en el exterior. De repente vino una gran
campaña, muy exitosa, para cambiar la imagen del país en el exterior, pero fue
sobredimensionada a tal punto que la gente tiene una visión muy distorsionada
de los problemas. Se reemplazó una falsa imagen (la exclusiva de narcotráfico)
con otro tipo de falsa imagen. Hace tres semanas di una videoconferencia desde
los Andes al Credit Swiss Research Center en Londres sobre este país, y no
podían creer lo que les estaba contando.
¿Qué dijo usted en esa conferencia?
Me preguntaban qué
países latinoamericanos van por la dirección correcta. Tendría que decir que
Brasil y México. Las historias de México y de Colombia son similares, el PRI es
el equivalente a lo que fue el Frente Nacional, lo que pasa es que los mexicanos
fueron forzados, por las circunstancias, a consolidar las zonas rurales del
país y extender la autoridad del Estado a las áreas rurales. Eso fue lo que
nunca hizo Colombia.
¿Cuáles fueron las razones para que
Colombia nunca lo hiciera?
Si usted se va atrás
al Frente Nacional, a los años 50, había un proyecto de Estado en construcción,
no se trataba exclusivamente de repartir la torta del poder. Si va al pasado y
lee a Alberto Lleras, se da cuenta de que era también un proyecto de
reconstruir el Estado, pero ese programa se desbarató porque muy pronto se
vieron en el Congreso leyes que pasaban para facilitar la creación de grupos
paramilitares. Carlos Lleras no pudo llevar a cabo su reforma agraria porque
las élites locales no cooperaron. Igual le está pasando al presidente Santos,
porque no ha logrado que las élites locales colaboren con la restitución de
tierras; en el Urabá, por ejemplo, eso no ha cambiado. La historia y los
problemas siempre han sido los mismos, la ausencia de autoridad por parte del Estado.
¿En conclusión podríamos decir que
usted no cree que la economía en Colombia vaya tan bien como nos han querido
hacer ver?
Las exportaciones
son en su mayoría de recursos naturales, eso no es diversificación de la
economía. Hay un gran talento empresarial en el país, pero al final del día la
única forma de hacer dinero aquí es crear monopolios y hacer que el Gobierno
los haga crecer. Si se miran los grandes ricos de este país, están centrados en
construir y proteger los monopolios a través de las conexiones políticas. Esa
es una forma de hacer dinero, pero no la de tener una exitosa dinámica
económica a nivel internacional. Las exportaciones están casi todas basadas en
los recursos naturales, la economía crece cuando los precios de los recursos
están arriba. Eso no crea sociedades modernas, lo que hace es crear sociedades
desiguales.
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